A SU MAJESTAD SEÑOR MAR

A su majestad solo soy
la efervescencia de sus olas
que a veces pasivas
me humedecen los pies,
esos pícaros que no paran
de sacudirse y saltar en la arena,
esos que se escarchan a su orilla
cuando el crepúsculo refresca al cielo
y el sol se sonroja al abatir en usted.

A su majestad solo soy
la sal de sus aguas precipitadas,
de sus olas encorajinadas,
de su deseo vehemente
de arrasar con todo
porque trae en la corriente cálida
el llanto de un niño
que no sabe si mañana podrá construir
castillos de arena en sus riberas.

A su majestad siento
que me lleva con usted
cada vez que trae una ola nueva,
una más impresionante que otra.
Es frío en mis extremos,
es la liberación de mi cuerpo
en esa guerra de retirarme con mis sueños,
es el bálsamo más profundo

que no ha dejado de serenarme la piel.



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