VERSOS DIARIOS

Me he esperanzado en tú mirada, hoy desperté para dormirme en tus ojos, solo quiero que me describas las nubes que la mañana nos ha traído, cuéntame: ¿qué figuras logras imaginar mientras se van evaporando en el cielo? Sé que me estás mirando, dime si es cierto que en este verano las cometas se cayeron, que ya no hay niños  volando sus sueños. ¿Por qué tus ojos se entibian? quiero saber si la izquierda cambió de norte, si los vecinos avanzan hacia el sur o regresan a las esquinas de la derecha, ¿por qué no me cuentas el color de los movimientos y partidos? Soñaba con éste ayer, soñaba que tú me estarías conversando los años de mi vida, la vida de mis años, los atardeceres que veía, los atardeceres que ahora solo pueden verme. Quisiera saber si la gente está sonriendo, si camina de prisa, si de prisa está perdiendo el camino. Cuéntame por favor si por lo menos los unos a los otros se están mirando y si se ignora

¡Mujeres, mujeres! repiten con resignación los hombres, digo hombres, no el mundo; hombres de delantales, de faldas, de tacones, de rubor y carmín, de manicure y pedicure, de dietas y de gimnasia rítmica, de reuniones de padres de familia, de amas de casa y de enfermeras en el turno de amanecida. ¡Hombres, hombres! repiten las mujeres mientras se suben el cierre de los pantalones. Éste falso sistema social pone más pantalones a las mujeres en el hogar y más faldas de solteras para conquistar. Ésta sociedad sin sistema pone tacones a los hombrees para compartir responsabilidades  y luego los tilda de mandarinas. Faldas y pantalones, sino están en su lugar o son lesbianas o mariposas que salen del closet. Éste mundo bajo la figura paternal se olvida que la Tierra es Pachamama; pone vestimenta al hombre para imponer su masculinidad y desviste a la mujer para hacerla más femenina. No se es más hombre o mujer por

Me ha llamado otra vez y aquí estoy tan ausente de mí, con las mismas penurias, las que nunca se terminan, las que han excavado toda mi alma hasta llevarse la última gota de mi ilusión. Ausente de mi misma me encuentro con la más dama de todas las damas, mi amante, la poesía. De mi boca las palabras quedan vacías, de mis manos los esferos quedan sin tinta, es ella la que se queda conmigo, es la más joven de mis años, es la más longeva de los que amaron desafiando a la prosa  y entregándose con pasión desmedida  al calor de los versos. Poesía que me envenena con las verdades amargas de Pezo, que arranca las quejas de mi pecho con Veintimilla, que me hace probar besos con Mistral, que a cocachos me hace aprender las trovas de Santa Cruz. Cuando probé el primer trago de sus letras tenía seis años, hoy con veintitrés ya se ha bebido todos mis suspiros, me ha emborrachado hasta el delirio, me ha desvelado hasta el ú