SOÑAR CON FE
Y si hubiese persignado
aquel sueño,
y es que hay sueños que
salen de la cuna
aun cuando a los dieciocho
gatean
y se paran agarrándose del
velador.
Y si aquel sueño que hoy
persignase
en el meollo de mi dormir
despertante
no se hubiese entregado
tan apasionante
al abrir de los ojos de un
ángel,
ese ángel que sin el
desvelar de este sueño
caminaría en las
sucursales
de mis lágrimas hasta
descubrir
lo cobarde que puedo ser
si le pierdo.
Como tomar una tijera y
dividir
una lámina de papel
se dividió la mariposa de
mi sueño,
¿alguien quizás encontrará
el flanco
de este destino nunca imaginado
que va creciendo y se ve más
pequeño?,
es probable que no.
Son las horas de la noche
las que me tatúan
nuevamente
el dolor en las venas hasta
graparlas
para salvar no un destino
cualquiera.
Resignada acepté que hay
sueños
que se ofrendan, no podía
hospitalizar
eternamente a su ser, es
por eso que
corrí hacia la capilla
para pellizcar
mi ofrecimiento, aunque mi
corazón
ya lo había prometido hace mucho
tiempo.
Y hay sueños que se rezan,
pero este rezó y se cambió
por el vivir de los demás,
por un corazón renovado
que supe entregar
a su cuerpo en el que
abnegué
todo el amor que me brotó
de multiplicarme todos los
sentimientos.
Y fue ese día que despedí
a mi sueño,
y fue ese día que lo
arrodillé ante Dios,
y con las manos albas
y vacías,
temblando de incertidumbre,
a punto de anular la
decisión,
se tornaron todas las
dudas
en dádivas del Señor,
quien me envió un milagro
en señal de respuesta
a un amor que le juré
con empuñada lealtad y fe.
Domingo, veintidós del mes
del trabajador;
interné con candidez mi
sueño,
quizás después se enferme
y pase a cuidados
intensivos,
no sé si como ella lo
resistiría.
El catéter que me inyectan
cada vez que me preguntan
por él
creo que ya es suficiente.
Por cada acto de compasión
los hematomas no dejan en
paz
a mi cuerpo.
A ti te devuelvo a una
mujer saludable
en lo crónico que se
volverán mis días
y aun comiéndome las uñas
de la angustia
me parece por fin dormir
entre las trampas
que la felicidad de este
sufrimiento
me acarreó y ya
dormida sé que mi sueño
no se olvida, pero que al
momento
navega en las nubes del
cielo y
otros peldaños
tendré que escalar para
alcanzarlo.
Has respetado mi fe y sé
que cuidas
de ella, el ángel de mi
sueño
en lo inmenso de tú cielo
y por eso luzco sigilosa
para no perturbar
los devaneos que se
integran al epílogo
de un soñar que ya no es
mi sueño
y entonces se reza otra
vez
en el pensamiento y no me
queda más
que persignarlo para no
traicionar el camino
que me has encomendado
alzar desde mis pies
hasta más allá de mis
hombros.
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