EL SUSPIRO DE MI PATRIA

-Preparé café mi señor,
¿desea que le sirva la 
mitad de lo que contiene
esta taza? Su bostezo me dice
que no. Después llega otro
bostezo. No seguiré
insistiendo, ya entendí
que el café no se puede compartir.

-Tengo una galleta mi señor,
¿desea tal vez?; empieza
a estornudar. Entiendo
que sí, pero me gruñe
porque la dividí en dos
y es que yo también quiero
un pedazo de galleta.

 -Está bien señor, mejor me sentaré
y escucharé su discurso.
Adelante.
Habla el Señor:
-¡Vaya, hasta que puedo empezar!
Bien... te diré que debes incrementar
las ganancias, recuerda que…
ganamos nosotros, ganan ustedes.
Además debes buscar un traje
más acorde a tú cargo.
Debes exigir que te llamen Señorita.
Debes mandar a la mierda a los que
no te obedecen,
no nos interesa su voluntad,
la mía es la que pesa
sobre esas mierdas,
tú y yo estamos sobre ellos.
Los honestos no sirven,
¿qué fuera de este país
si la corrupción  no existiera?,
creo que hasta tú estarías
pagando prisión.
La solidaridad déjala
para otro momento,
aquí no somos Madre Teresa de Calcuta.
Olvídate de la revolución,
que hagan revolución los pendejos,
que luchen la democracia y la soberanía
esos dizques socialistas que firman su muerte
desde que se enloquecen por darles
pan, salud y educación a los pobres.

Jovencita no creas que mañana
amanecerá afuera,
mañana sólo hay aquí,
en esta dimensión donde circula
lo que nos da para vivir, el dinero.

Aterriza niña, la Patria no se construye
desde tú horizonte, el horizonte es un
imperio y ahí debes mirar para siempre.

La conciencia cívica es para los ilusos
de las ciencias humanas que queman 
sus pestañas en la universidad
y al final terminan haciendo
de todo para mantenerse,
menos filosofía para venderla en los
grandes mercados, esa la terminan 
regalando en las plazas y en los parques.

Mírame a los ojos, necesito que entiendas
que el mundo es pequeño para 
inundarlo de pensamientos.
Que no puedes compartir un café
porque no puedes ser mal educada,
que no puedes racionar una galleta 
porque no puedes acercar el olor de
la pobreza a nuestras narices.

Renuncia a tus ideas de un mundo 
mejor, justo, equitativo, cuando nadie
es justo, equitativo y bondadoso contigo.
Puedes reírte de la pobreza, pero 
no reír con ella para rebelarla.

¿Me escuchas?, no hay héroes de la Patria,
tú no puedes dedicar tú vida
a pensar en los demás,
tú no puedes creer en la dignidad
de los otros, porque ellos
nacieron sin dignidad.

Escucha niña, las fronteras no se derriban,
se subdividen, la salud del planeta
se negocia. El futuro es una fantasía
para tú generación,
para las generaciones
que nacen en este momento.

No me suspires la Patria, porque
aún no entiendes que las personas como tú
y yo fuimos creadas para ser ricas
con los petrodólares.
Que no te duelan las necesidades de los 
que sostienen nuestra riqueza.
Niña entiende que las diferencias
son inevitables,
que lo negro no puede ser blanco, 
que lo blanco no puede ser negro,
que nuestra ley es mandar y la 
de ellos ser mandados.

Entendiste, te repito sí entendiste,
contéstame, no te calles como siempre,
¡CONTÉSTAMEEEEEEEEEE...!

Su grito por un segundo tembló el
suspiro de mi Patria, sudaba de frío,
los dientes se me congelaron,
la lengua se me enredó para decirle
que sí (a gritos)… que sí entendí,
y se lo dije, le dije que sí,
y se me río a carcajadas.

Pensé que esta guerra fría había 
terminado, pero luego me insistió
en que repitiera lo que dijo.

Entonces suspiré fuerte por mi Patria,
me arranqué los nervios y contesté:

-Debo incrementar las ganancias,
ganamos nosotros y ganan ustedes.
Debo cambiar de traje, para ello
necesito si su majestad
me lo concediera, una beata y una
cruz de oro para adornar mi atavío.
Me pondré afuera de la Sixtina
y los subastaré, con esa ganancia
daré de comer y vestir a los
pobres que se arrinconan en las
paredes de las iglesias,
gana usted señor popularidad por
el despojo, ganan los desposeídos
abrigo y subsistencia.

Permítame continuar respondiendo
mi señor. Le agradecería
que al interrumpirme
me dijera señorita. Gracias.
Con título o sin título la humanidad
no se engrandece
ni se manda a la mierda
a los que la voluntad
de una sola persona 
sin respaldo popular
no tiene ni la letra de inicio.
Nadie está sobre el pueblo,
el pueblo está sobre usted,
solo que sus ojos azules
no pueden ver esa multitud
de voluntades que usted mismo
ha cegado a punta de fuego
para no verla.

La corrupción en este país existe
porque hay corruptos
como usted que la permiten
 y por eso paga prisión eternamente.
Los honestos se vencen porque creen
como usted que la corrupción
es un cáncer avanzado
que ya no deja células vivas.

La solidaridad señor no se persigna
en la Madre Teresa, se reivindica
en las manos que se extienden
para levantar a los humanos
como usted que necesitan morir
de pie y abrazados dignamente.

No me olvido de la revolución
porque vive conmigo,
en mi vida pendeja
de los pendejos como usted.
La democracia y la soberanía son 
el legado de los mártires
de  mi Patria, la herencia
multimillonaria que usted
no puede recibir, comprar ni vender.

Estoy a su izquierda, hablándole
más entendida de lo que me hizo
entender. Soy socialista señor.
Soy de izquierda y no me enloquezco
por vestir y alimentar a los pobres
con sueldos de miseria
como los que usted proporciona;
señor, yo me enloquezco
por nutrir a mi gente de filosofía,
de un mañana cierto que fuera
de este imperio si es posible.

Señor, afuera hay un sol
que calienta a mi Patria,
que anima a mi pueblo,
ellos lo ven, usted no…
porque vive aquí,
derritiéndose por salir a ver
al astro rey.

Señor, afuera hay un horizonte inmenso,
usted nunca lo conocerá
porque su  horizonte
sólo son estas paredes.
La filosofía no se vende,
los socialistas no vendemos ideas
ni utopías, compartimos humanidad,
la ciencia que se puede experimentar
no para salvar a unos pocos,
sino para salvar a todos,
inclusive a usted.

Mi conciencia no es ilusa,
la suya sí porque parece
ser de petróleo.

Míreme a los ojos señor, el mundo
es tan grande que no cabe en sus ojos,
los pensamientos inundan, unos vacíos,
otros llenos, pero inundan señor.

Y sí, puedo compartir este café y 
ésta galleta no por miseria,
no por mala educación.
Sí los puedo compartir
porque a mí no me huele ni me sabe
mal la pobreza. Lo que me atora
son las vanaglorias,
los llenos que ocupan solo partes
y luego se botan.

No renunciaré a mis ideas,
renunciaré cuando usted renuncie
a las suyas y podamos estar iguales.
A mí no me regalan la justicia,
a mí me la cobran los injustos
 y la comparten los verdugos.

Puedo reírme de dar lo que no soy,
no de lo que no tengo, doy lo que
mi corazón palpita, doy lo 
que no recibo, porque nadie puede
dar lo que recibe, sino imagínese...
fuera una réplica de usted.

Las fronteras están aquí golpeándonos
en la nariz la dignidad que
es de todos, no solo de su país.
Las fronteras existen porque usted
no sale a saludar al mundo,
porque usted no sabe lo que es
respirar el aire libre.
Y si no hay presente y futuro
es porque usted se encargó
de hacerlos fantasía.

Suspiro por mi Patria porque me duele,
como a usted algún día le dolerán
los petrodólares desvaneciéndose
en sus manos, en las manos
con las hoy manosea
las necesidades de los otros,
de los que están cerca de usted
aumentando sus bonanzas,
preparándose para mandar al carajo
su mandato, su imperio, su voluntad.

Así me preparo yo señor,
porque a lo único que puedo renunciar
es a la ignorancia y a su indolencia.

Me entendió señor, me entendió,
entendió a mi Patria, a su Patria,
a la que ahora usted insulta
con el régimen del capitalismo,
ofertando y demandando
el legado de nuestros héroes.

Afuera señor están las rocas,
aquí los cristales,
afuera está la historia,
aquí la polilla de ideas
que ya no sirven.

Afuera señor está mi Patria,
aquí su palacio,
afuera están mis hermanos,
aquí los enemigos de sus enemigos.

Afuera está el corazón de mi pueblo,
aquí la sangre de los huelguistas.

Entendió señor,
ENTENDIÓOOOOOOOO...

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