VIEJOS RECUERDOS EN VIDA
Cae la noche entre un lamento
y allá arriba en el firmamento
las estrellas brillan para estas
vidas
que están sentadas en falsas
caricias.
Aquí en la tierra de
los muertos
veo el pasar de
viejos recuerdos
que me miran
vagamente
con unos ojos secos y
débiles.
Los recuerdos van caminando
lento,
paso a paso esperan al tiempo,
van andando entre los vivos y los
muertos,
van pisando el suelo que
construyeron.
y veo mi rostro en un
trago
amargo de arrugas.
Entre las trizas de
mi cuerpo
me miro, me miro y no
me encuentro.
En sus ojos están mil secretos
que aún se callan los
remordimientos.
Veo en la luna su alma
enloquecida
por los días que se terminan.
El amor exprimió el
corazón
de los viejos, los
errores
los van pensando en
el cielo
y el olvido de sus
seres queridos
es el entierro de lo
que un día fueron.
Entonces.... a los recuerdos les
hablo
con una sonrisa apretada en el
llanto.
Ellos salpican lágrimas de sus
palabras
y escupen su coraje con vendas en
sus almas.
Son tan frágiles, son
atardeceres
que se ocultan en
algún horizonte.
Su existencia es un
estorbo
pegada en la pared de
los solos.
Los
recuerdos sólo buscan matar los días,
esa rutina
que los lastima,
esa vida que
los denigra,
esos años
que se refugian
en la pasada
dicha.
Nadie se acerca a
alumbrar sus sentimientos,
esa vida que
tuvieron,
esa fuerza que se
quebrantó con el tiempo.
Mendigan caricias, mendigan
frases de aliento,
mueren por el decir de un TE
QUIERO,
y en lo más profundo la
comprensión
les fallece y nadie se sienta
a comprenderlos.
No quiero ver sus
rostros cuando me hablan,
porque las pocas
caricias que les quedaban
ya están
petrificadas, y tratando
de pintarme ellos sus
vidas
la memoria les falla
por las heridas.
Su pasado va andando destrozado,
sus pasos cortos y pausados
caminan
por el puñal que les lleva hasta
el cementerio,
mas el terrible olvido
ya los ha sepultado sin cuerpo.
La pobreza en los
viejos recuerdos
es la humillación más
grande de su realidad,
mueren rodando en las
calles
o en el desprecio de
su sangre.
Viejos guardados en un ropero
donde la polilla carcome
la poca felicidad que detuvieron
y el beso, el beso de los
recuerdos.
Al
final su soledad se enterrará
en un lugar que nadie
visitará.
Un alma vieja se
perderá
y sus hijos no
se acordarán.
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