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Ella: mi bicicleta 🚴‍♀️

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Y me quedaría todo el tiempo junto a ella, avanzando muchos  kilómetros en esta vida sin gasolina,  tan sólo con la fuerza de este corazón que es tan rosa como ella, que no deja de entrenarse en cada nuevo desafío. Juntas somos una misma, juntas encontramos esos lugares maravillosos que nos hacen vivir el paraíso. Ella es el antídoto para mis penas, las alas de mi libertad, la sonrisa de mi felicidad, la paz cuando mis pensamientos se encuentran en guerra. Ella es mi bicicleta, mi mejor amiga, la que conoce todo lo que he recorrido y lo que pienso recorrer, la que no me abandona en ninguna cuesta, la que me acelera y la que me frena. Ella, que pareciera tan sólo un objeto, un medio de transporte alternativo, es compañera en todo momento con muy pocas preguntas y muchas respuestas. Junto a ella la felicidad que he conseguido  no tiene precio  ni fecha de caducidad y por más kilómetros de felicidad no dejaré

Bebiendo café...

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En esta tarde me estoy bebiendo todo el café que he podido preparar, mientras repaso momentos de distintos niveles, de distintas ganas de recordar que quisiera disolver en esta taza. Bebo litros de café sin azúcar, bebo recuerdos entre lágrimas que dejaron de ser mi debilidad para convertirse en esa fuerza que siempre me levanta, aunque diga que estas son las últimas.   Me veo bien, sé que aprendí a disimular el dolor y a camuflar  la desesperación y reconozco también  que hay momentos en que mi alma me delata y quienes aprendieron a mirarla se dan cuenta de que también vivo instantes en los que me siento cansada, en los que sólo quisiera beber otra taza de café y dormir las pesadillas que pudieran inquietarme.

¡Sin gobierno!

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No hay acuerdos, porque a los gobiernos de turno se les olvida gobernar para el pueblo, porque el pueblo sólo existe en las elecciones para sumar votos. A los gobernantes sólo les interesa conservar el poder invocando la democracia que hace tanto enterraron con la sangre del pueblo. Las ansias de poder político y económico ciega al que parecía más justo y se vuelve el vicio más pernicioso. La paz social se interrumpe con un apagón de ideas en el que todos se dan el lujo de juzgar desde la comodidad de su hogar señalando a quienes hacen lo correcto y a quienes actúan de forma incorrecta. A los carnívoros politiqueros les hace feliz nuestra guerra, ellos celebran entre el caos sus estrategias para llegar a Carondelet. Algunos están en silencio, esperando el momento más oportunista para aparecer como héroes. A otros ya se les cayó la máscara, ya sabemos que quieren que nuestros indígenas se queden en el páramo y que sólo bajen a darles el voto, pero tranquilos que sus recomen

“Fragilidades”

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Lo escribí para el V certamen de poesía “Tiempo Nuevo” de Letras como Espada  y logré que se recopilara en el libro digital “Oleaje”.  Esta composición está inspirada en mi hermano Michael Sandoval Pizarro.  En 20 versos intenté describir lo que se siente perder a alguien  y lo frágil que se vuelve la vida desde ese instante.  En cuestión de segundos la vida se va para siempre,  no sabes en qué momento el fuego podría apagarse. Escuché tantas veces su voz   que un día sólo se quedó en el pasado y desde ese tiempo volví a intentar a hablar con él, sólo que ya no podía escucharme. Lo tuve tantas veces conmigo apretando mis brazos y un día sólo pude verlo habitando en un cofre con sus ojos cerrados, era la última vez para verlo, era la última y mis manos sólo querían romper ese cristal que me mostraba su cuerpo ahora inerte. Comprendí las fragilidades de la vida. La muerte vive con nosotros todos los días.   Quito, 15 de junio de 2019

Fracturas

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Tocaría ese descanso… ya lo había estado preparando en cada pedaleada. Lo tenía planificado cuando salía con ella sin mirar alrededor, cuando nos despistábamos del carril con el propósito de volar por los caminos y olvidar que existe el verbo aterrizar. Era momento de esa  dolorosa pausa, la había estado buscando, buscando libertad de dolor mientras andaba lejos y respiraba distancias sin pensar en el regreso. Subir con ella  siempre fue un reto convertido en el deber de cumplirlo.  Competía con todos, menos conmigo misma. Me obsesioné con las rutas hasta llegar a vivir el mañana sin pasar por el hoy, sólo pensaba a dónde llegaría cuando aún no amanecía. Y no existe el arrepentimiento, subí todo lo que pude hasta ese día y bajé por esa última vez con la sonrisa coqueteándole al viento y jugando con la adrenalina. Era imparable la diversión, pese a anteriores caídas. Jugaba también con la vida,