NUEVOS CAMINOS
Cuando los atardeceres sucumban en mi cuello se me internarán los soles de enero en el pecho, circularán vientos de diciembre en los músculos de mis cuadernos y allí estaré desprendiendo segundos a los momentos. Alguien me observa, lo sé. No sé de dónde. No lo veo, pero él si me ve, yo lo sé. Él está acariciando con sabiduría cada herida de mi ser, tejiendo mi corazón con las penas, con las penas que se escurren de los ronquidos de mi voz, sonidos de una simple emoción. Yo no lo encuentro, él es quien me encuentra, no sé cómo. Se vislumbra en mis pensamientos, se mira en mi sufrimiento y me crucifica en el perdón y la abnegación. Quisiera saber su nombre verdadero, él prefiere que no lo llame, de cualquier forma en que lo necesite, siempre, siempre responde con un amor inquebrantable. No sé cuál es su plan conmigo, me ha tomado el examen más difícil de la vida, y en lo complejo de ...