UNA CIUDAD QUE SE ESCUCHA A PIANO
Se fundieron todos los ruidos, eran insoportables para los oídos, los ciudadanos querían lanzarse al barranco, todos escuchaban a la ciudad entre pitos y gritos; luego se fundieron, los cuatro instalaron un piano en medio de la ciudad y se turnaron las melodías que dieron nuevos días acompañados de un artista surrealista que les hizo ver y escuchar los rumores entre cuatro ríos que viajan por la ciudad y que la contaminación acústica los asfixió y hoy se logra darles respiración. Ahora ya nadie está al borde del abismo, todos están en las riberas del Tomebamba, el Yanuncay, el Tarqui y el Machángara. Una ciudad que se escucha a piano y en sus notas se vuelve a dibujar con otra técnica, con otros aires de bienestar.