MAMI ANITA
Te extraño este y todos los días, en mis sueños, en el despertar, en las tazas y en los platos azules que me heredaste para jugar al té y en lugar de simular preparar infusiones, tomé los ajíes del patio de casa, los coloqué en los platos y yo misma los mastiqué, y lo que hice fue llenar las tazas con agua para calmar el ardor de mis manos y lengua tan traviesas. Sigue siendo realidad eso que imagino: que me sostienes con tanto cariño, que besas mi frente con tus labios de carmesí, los últimos que vi, los últimos que recuerdo. Te quedaste en la memoria de esa pequeña de tres años que aún te recuerda con tú vestido dorado de ‘bolitas negras’, con tú pelo corto teñido de canas , con los zapatos negros con los que posas en la foto sentada en una silla blanca. Me acuesto pensando en tú existencia allá en el cielo. Me estás viendo, eres la única que conoce todo lo que palpita en mi pecho. Me estás sonrie...