¡Qué estrés… que estrés!!! Todo el mundo dice que vive estresado, ¿será que a mí la palabra estrés no se me ha contagiado? ¡Achís…!, parece que me la están pasando porque ya me estresa oírla tanto que hasta mi nariz la está rechazando. ¡Oh no, mis orejas se queman! ¿Quiénes me estarán atacando y quiénes me estarán alabando? Dicen que si se te pone colorada la derecha están hablando bien de ti y si es la izquierda te están acabando, con tantos buenos criterios tendré que llamar a los bomberos para que apaguen este incendio. Para salir de casa toca cruzar los dedos porque los amigos de lo ajeno han extendido sus horarios, ahora se dedican las veinticuatro horas a perseguir al ciudadano. La gente no desayuna porque se levanta tarde para ir al trabajo, en el almuerzo pica cualquier cosa y en la noche se desquita sirviéndose las tres comidas del día. Las mujeres se lamentan de los rollos y los hombres...
Planicie del Pachamama. Llacao-Cuenca-Azuay-Ecuador. Es la Madre Tierra que un día nos brinda todo sin pedirnos nada a cambio y los seres humanos nos aprovechamos de ella. Es la Madre Tierra que otro día va arrasando con todo y nosotros no sabemos cómo afrontar su enojo. ¿Cómo saber si la Tierra está temblando por dentro de dolor o se está prendiendo de coraje? Los seres humanos siempre hemos alterado su geografía, hemos colocado en ella ostentosas infraestructuras creyendo que su vientre siempre las sostendría, nunca imaginamos que las demolería. Es ella, la Pachamama en nuestro idioma ancestral, la que nos cobijó en su vientre, la que solo nos pidió que no la pateáramos tanto, que no hiciéramos travesuras con sus raíces, que no ensuciáramos sus ríos y mares, porque ella también es de tierra como nuestros cuerpos. Es la Pachamama la que ahora quiere expuls...
No estaba en su habitación, estaba abriendo el refrigerador tomando lo primero que veía, viendo todo de forma aturdida. Mordía un pedazo de mortadela, a ella no le gustaban los embutidos. En sus pasos estaba sin ser, al llegar a su cuarto pensaba para ser. Quería olvidar que existía, quería pensar sin ser ella, ella estaba envuelta en papeles, los papeles eran la sábana de su colchón. Ayer pasó toda la noche despierta, sus emociones de grises, su bata mojada de lágrimas y el insomnio ingerido de su café. Se guardó en su misterio, se confesaba cuando escribía, cargaba con un vacío, se miraba como a una intrusa. Salía de casa con excusas, más de una noche que no soñaba, las almohadas estaban frías, las clases no compensaban sus sacrificios. Ayer tomó pastillas para estar despierta, para no morir de sueño en el trabajo, para amanecer desvelada estudiando, para no ser interrumpida por el cansancio. Esta noche ...
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