LOS BORRACHOS DE LA ESQUINA



Para las categorías no son alcohólicos
porque no beben cerveza ni vino,
no son bebedores sociales porque
no los provoca ni el champán
ni el ron, ni los cócteles ni el tequila
y se parecen más a lo normal
que a lo real porque son los borrachos
de la esquina.

Desayunan y meriendan temprano
su vicio, se tienden sobre el cemento
sin horario; se duermen borrachos
y se despiertan con el
aguardiente en la mano.

Sus estómagos crujen no por comida
sino por arder con el agua bendita
de todas las botellas que en
éstos puedan vaciarse.

No necesitan colcha en las madrugadas,
su sueño basta con quitarse los zapatos,
remangarse los pantalones
y rodearse en el cuello la camisa.

Se citan sin domingo de descanso,
sin sábado hasta el mediodía.
Por las noches los escucho pelearse
con ellos mismos; en el día los veo
aglomerarse, abrazarse y lanzarse
puñetes por los tragos mal repartidos.

Todos esos panas de la esquina
son panas del alcohol,
los policías hicieron un intento
para sacarlos del lugar,
pero a ellos les sobran
los intentos por regresar.

Los borrachos desde
éste ángulo social
no tienen o si tienen
no quieren a su familia,
son asalariados que
trabajan para beber
o chiros que se las ingenian
para aportar en la vaquita.

Mientras un borracho
duerme otro se emborracha
y mientras uno despierta
para marear su sobriedad,
el otro ya se hizo trapo
para volverse a recostar.

Ya se fue la del kiosco
que los atendía y quien
escuchaba con todo gusto
esas verdades que desmienten
los ebrios con palabras confundidas.

Se les fue la señora,
pero les quedó la esquina
y rescatarlos de ahí
no será una acción de ornato
para la urbanización
sino de lucha por devolver
a las familias hombres
con ganas de vivir sin alcohol.

Éste panorama es el mismo
en las reuniones sociales
solo que pertenece a otra categoría,
cuestiones de los ilustres
creadores de los divisiones.

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