LOS PECHOS Y EL ESPEJO
Nunca entendí por qué no crecieron,
más aún por qué cuando les preguntaron
que sí les dieran la oportunidad de operarse
se quedaron con la oportunidad de ser
los más pequeños de la clase.
Par de limones mirándose
en mis frustraciones de escuchar
lo que dice mi propio género,
que mi pecho es una tabla en el espejo.
Yo soy su espejo y tengo
que ayudarles a colocarse
bien el relleno en esas copas.
Creo que ante mí se intimidan más
que los pezones se fruncen
y el pecho se les vuelve a planchar.
No los dejarían salir en televisión,
no tienen los noventa,
a ustedes eso no les importa,
siempre me dicen que no quieren
que los toque el bisturí,
menos que el silicón los inflame
de una ilusa beldad.
Son tan graciosos, las chicas
afuera mueren por una talla más
y ustedes se quedan aquí
muy satisfechos del tamaño que tienen.
Pensé que querían un paraíso
para su cuerpo y me doy cuenta
que se ganaron el paraíso
desde que aceptaron sin reproches
lo que la naturaleza les dio.
Está bien, sí ustedes se aceptaron
¿por qué mis reflejos los va a rechazar?,
si se ven tan bellos
yo no puedo decirles lo contrario.
Par de limones que ni
la treinta y dos hacen
me empezaron a gustar
cuando supe que no tenían
esperanzas de crecer
y no es que me conformé,
en lo sencillo de mi autoestima
así me siento muy bien.
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