TARDE Y NOCHE
Quiero brindar por ésta tarde
la más tierna de todas,
la que a cambio de nada
me lo entrega todo,
desde el azul inmenso
hasta la timidez del sol.
Tengo que ver ésta tarde
caer en mis ojos,
levantarse en mi imaginación
y llorar conmigo las nubes
que se han teñido de negro.
La soledad en estos momentos
es tan oportuna que la tarde y yo
apenas somos la ausencia
de los que no han notado
el espacio que dejó nuestra presencia.
Hoy no quiero saber nada,
quiero desconocer hasta la astronomía
que me priva de los misterios del universo.
No le he traído a éste paisaje
más que mis afanes de volar por su cielo.
Ponerle alas a mi libertad
ya es un desafío para los matices
de éste crepúsculo que me salva
del abismo todas mis pasiones.
Se cierra el día, se abre la noche,
se ventila en mi cuerpo
el frío de lo que está llegando,
una noche que aterriza
destellando luceros en mi fisonomía.
Mejor me voy con la tarde,
durmiendo con ella
hasta que el sol amanezca,
también quiero estar
con la noche viajando
en la luz de las estrellas.
Estoy esperando a la luna,
está asomándose detrás de mí,
al voltear contemplo como a una diosa
a la luna llena más hermosa.
Por un momento se sonrojó
y se fue ocultando entre
las grisáceas espumas,
no sabe que la noche es toda mía
para confiarnos los secretos de la vida.
Derrochando todo su encanto
la luna engalana ésta ciudad,
con su silueta perfecta
va conquistando el planeta.
Me quedo aquí en la maravilla
de admirar cómo el ocaso
hace parir a la noche,
cómo todos los días
la madre naturaleza
saca a los retoños de su vientre
para verlos crecer en su Tierra.
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