DURMIENDO CON LA REALIDAD



Cuando todos duermen
las irrealidades aparecen.
Las consultas continúan
descansando en los cuadernos
del colegio
cuando copiar y pegar
texto del internet
en ese tiempo
era transcribir
lo que estaba en un libro
al cuaderno.

Se podría creer
que todo ha cambiado.
En el fondo
la esencia es la misma,
la envoltura
es la de la tecnología.

Me metí en una realidad
que no se puede tocar
y de tanto prohibirme
 mis manos se agrietaron.

La irrealidad siempre me fue
más agradable,
todo lo que no tocaba
lo sentía con el poder
de mi mente,
con mi voluntad de explorar
eso que me viaja por dentro
y que afuera todos ven
como un ciudadano más
cruzando la calle.

Unos duermen roncando,
otros tronando los dientes,
más allá están los que a medias
cierran los ojos y por aquí
los que sueñan en altas voces.

Los veo dormir,
alejarse por horas de la realidad.
Enemigos del amanecer,
el nuevo día
quiere que abramos los ojos.

Es cierto que la calle
no es cama para soñar,
que las manos
se acalambran de ser almohada,
que la noche los agarró
sin luna y sin colcha.

La consulta se acabó,
me mandaron a investigar
la mendicidad
y acabé consultando
a los sueños que
se acuestan a mendigar.

Los que me mandaron
la consulta me dijeron:
“agradece que esa
no es tú realidad”,
a lo que respondí:
“realmente les agradezco
que me hayan enseñado
a sentir que la realidad
de otros no es lejana a la mía
ni siquiera por la distancia
de los sueños ni el lugar
donde haya que soñar”.

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