¡SALUD, ESCRITORES MORTALES!
Gracias a Dios somos mortales
y más amigos que nuestra mortalidad
que por eso estamos enterrados
en el mismo mausoleo,
con los mismos invitados,
los típicos curiosos
y los periodistas que nadie ha llamado
copiándose del uno al otro
la nota que se publicará mañana
en todos los
medios.
Una de esas noticias dirá:
“los mataron muertos”,
a otra le pondrán:
“los mataron vivos”
y entre muertos y vivos
ninguna tiene sentido.
Bien muertos estamos aquí
amigo Juan Ignacio
y mientras los guaguas nos lloran,
nosotros celebramos nuestra mortalidad
con un vaso de colada morada.
Acá en mi país así nos recuerdan
el dos de noviembre,
además nos traen flores y velas,
nos elevan con una oración
y nos dicen al final
de la conmemoración
sigan descansando en paz.
No creo que la paz sea
para los que mueren,
más bien pienso que la paz
es un descanso para los vivos.
A nosotros Juan Ignacio
nos cayó la tierra de las letras
y con esa tierra
hemos hecho nuestro cielo
para dejar inmortales los pensamientos.
Llegamos a estas cajas vestidos
aun cuando nos trajeron desnudos.
Llegamos a estas cajas
inesperadamente aun cuando
alguien con ansiedad nos esperaba.
¡Tranquilos todos!, en Salamaga
la muerte es estar pensando
en otro mundo mientras nos desprendemos
la vida escribiendo con la tiza
que fabricamos del polvo
de nuestros huesos.
¡Salud amigos escritores
por nuestra
mortalidad!
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