VUELA





Fuiste más que este mundo
en todos los años que llevas aquí,
perdiste el miedo a morir
y de a poco te acusó
el espanto de vivir.

Te vi tantas veces entrar
y jamás salir, no sé cómo hacías
para regresar sin por lo menos
morderte la lengua de las ganas
que sentías de abrir esa puerta.

En tú sitio soñaste toda la vida
y jamás te echaste a volar,
dejaste en prendas tus alas
para quedarte aquí
enseñando a volar a los demás
y ahora que ellos ya saben
cómo hacerlo tú has olvidado
cómo lanzarte al cielo.

Se te enfrió el cuerpo
hasta que los sentimientos
te llovieron en granizo
por los rincones de tus últimos
encuentros con la soledad.

Tenías morada la ilusión,
verde la sonrisa,
grises en el pecho,
negro el último golpe
que recibió tú irascible corazón.

Ya no sentías, tú abrazo
era frígido con el calor de mis manos
que frotaban tú espalda
de tantas cruces cargadas.

Yo no me veías, tú indiferencia
no me permitía mirarte
para abrirte los ojos
y decirte que debías volar
hace mucho tiempo.

Aunque no me escuches,
en algún momento me gritarás:
“¡ya volé!, ¡ya soy libre
para decir que tú también
debes emprender este vuelo!”.


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