BUSCARSE LA VIDA


-Les falta velocidad…
-Sí… y también les falta
calcular bien el tiempo

para avanzar a recoger
la colaboración de los que esperan
que la luz verde ilumine.
-De todas formas
no cualquiera se atreve
‘a buscarse la vida en las calles’,
reflexiona otro de los críticos
que está entre el público
cruzando la vía sin evitar
distraerse por los movimientos corporales
de un grupo de jóvenes
que han hecho de la calzada
su escenario, tratando de demostrar
a la gente que en sus cuerpos
rige la coordinación y el equilibrio,
que en sus mentes el arte traza formas
y en sus estómagos el hambre sobra,
por eso trabajan cuando la luz roja
de un semáforo se los permite,
aunque les falte todo eso que las personas
logran detectar en un momento
y a ellos les cuesta practicar
en mucho tiempo.

Las necesidades y la calle no dudarían
en despertarles el apetito por los vicios,
pero a esos muchachos el deseo
de ser artistas los saca de la cama
muy temprano. Después de los ensayos
viene el trabajo que han inventado
y ya en la acción lo que queda
es improvisar para impactar
a ese monstruo de mil cabezas
que anda ajetreado
en sus propias diligencias.

Malabares con el cuerpo,
con el fuego, con pelotas, con aros
y con cuchillas…
cascaritas en vivo y en directo,
limpiadores de parabrisas,
carameleros y naranjeros,
todos ellos abren el telón
cuando la luz roja se enciende
y ya en la verde cierran el show.

Con arte o sin arte se lanzan
a las calles, se exponen al peligro,
soportan la indiferencia
y mendigan las monedas
de una economía que no está
en el bolsillo de todos
y si la economía no está
en equilibrio, estos acróbatas
la colocan en sus cuerpos
y con piruetas se la juegan en el aire
hasta que sus manos
algún día la alcancen.

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