LADRÓN DE POEMAS
Tú sed no se podría prorrogar,
viniste a llevarte gota por gota
las lágrimas de mis trovas,
enjuagaste tú semblante con ellas
y las bebiste todas hasta la saciedad.
Asaltaste mis renglones,
probaste mis versos,
te metiste en mis cántaros
y descubriste mis enojos
prendiéndose como fuego en mis ojos.
Robaste la simiente de mis besos,
arrancaste del papel mis sonrojos,
te quedaste con mi aliento,
deleitándote del néctar que se
derretía en mis labios con total pasión.
Desarmaste mis poemas,
te presentaste como un caballero
y resultaste ser un ladrón de cuello blanco
que se llevó por pieza mis alboradas,
mis inspiraciones,
mis razones, mi media luna
en las líneas relatando la noche
y solo me dejaste la tempestad
de tus caricias en estas hojas vacías.
Llegaste como visitante
y te fuiste como ladrón
de mi libertad, de mi primera ilusión.
Ahora que te escribo
apareces como sombra.
En la distancia
te vuelves un río
manchado de engaños,
rojo de tanto dolor que me has causado.
Ladrón de poemas,
el tiempo ha pasado como la arena,
tú no has pagado la condena
y yo aún tengo hecho huesos
la voluntad de quererte tras las rejas.
Es incierto todo esto,
tú ladrón te gastaste
mi esperanza, la última
que me quedaba contigo.
Ahora andas vestido,
paseándote como el gran poeta,
si la gente supiera
que el hilo de tus telas
le pertenece a mis letras.
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