ESTADO DE ÁNIMO
En el no
lugar
estabas
mientras leías.
Oculta
entre el tiempo
del bosque,
bailando
con el silencio,
escuchando
los gritos
de tú felicidad.
Los ruidos
de la ciudad
se quedaron
quietos,
tímidos de
verte regresar.
Estabas en
tú sueño
más real…
y de
repente
te tomaron
del cuello,
alguien
quiso
asfixiar tú
alegría.
Tú pedías
¡auxilio!
y el
auxilio
se ahogaba
en tú
último suspiro.
A punto de apagar
para
siempre
la luz de
tus ojos,
alguien más
intervino;
ese alguien
rozó una de
las esquinas
de tus
labios
con un beso
inesperado.
Tú
despertaste espantada
de aquella
pesadilla.
Fuera del
sistema social
no
comprendías
si tú
máxima impresión
fue estar
al filo
de la
muerte
o el beso
robado
que te
devolvió la vida.
Sabes que tus
ganas
desganadas
me causan
risa,
tú manera
de no saber
entender lo
que te pasa,
más
complicada
que las
matemáticas,
no hay
fórmula,
no hay
ecuación
para calcular
el ánimo de
tú estado,
el estado
en el que estás
dentro del
no lugar.
Vives una
hora
más al día,
un día
más a la
semana.
Vives meditando
el
secuestro
de Doña
Democracia
que hace
tiempo
nadie
quiere rescatarla.
Nuevos
gobernantes,
nuevos
ricos
y los
pobres
más pobres
después de
elecciones.
En campaña
todos los
pobres
se
ilusionan
por un par
de meses
en ser
ricos
y así los
más ambiciosos
llegan a
Carondelet.
Te jodiste
la reputación,
esa que
nunca tuviste,
que te la
inventó la sociedad.
Lo tuyo se
llama honra,
y sí, son
palabras sinónimas,
solo que la
última
tiene menos
letras,
nada más.
Mancillaste
tú imagen
por dar la
cara
ante los
que la escondían
como los galápagos.
Te quedaste
sin centavo
en
los
bolsillos rotos
de tus
pantalones,
mandaste
todas tus ideas
a un barril
sin fondo
y ahora
tienes
más
experiencias
para
declarar
en este
juicio final.
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